La frase de hoy: _____________________________

domingo, 20 de diciembre de 2009

Fría racionalidad; candente emotividad

Algunas cosas necesitan del uso único del pensamiento racional. Otras cosas solo necesitan de la emotividad sentimental. Y, otras más, de la combinación de ambas, aunque algunas veces resulte complicado hacerlo... como por ejemplo a la hora de comprar ropa "3B": buena, bonita y barata.

¿Y que tiene que ver la emotividad sentimental o el pensamiento racional a la hora de buscar ropa "3B"? Bueno, tiene que ver mucho si tomamos en cuenta quién te está vendiendo la ropa y la capacidad para declinar en modo amable los embates persuasivos de ese quién; esa capacidad para actuar de modo racional, emotivo o combinando ambos puede, en este caso, hacer la diferencia entre seguir buscando ropa "3B", o concluir la búsqueda con una compra de ropa a un precio no tan accesible (al menos en estos tiempos de crisis, en los que es crucial pensar tres veces en que vamos a gastar o invertir nuestro dinero).

Como ocurrió conmigo el día de ayer. Hacía frío y estaba lloviendo, pero preferí mil veces salir al frío y la lluvia a quedarme encerrado en casa todo el sábado, aburrido y sin nada que hacer. Recordé que me hacía falta comprar algunos pantalones de mezclilla, dado que los que tengo ya están comenzando a desgastarse (además, literalmente desgracié algunos de los mismos tratando de darles un aspecto "más fashion" - ustedes saben, semirasgados, decolorados de ciertas partes, etc - y de plano no son muchos los que tengo), así que tomé el metro y encaminé al centro a comprar algunos. Dado que no disponía de más de 700 pesos, me propuse un límite: compraría dos pantalones mezclilla, buenos, bonitos y cuyo precio no rebasase los doscientos pesos. Nunca falta la tienda que tuviese en remate su ropa, o a un precio no tan extratosférico, solo hay que tener la suficiente paciencia para encontrarla (y para ir y salir de tienda en tienda).

Ya en el centro pude comprobar que había varios estilos de pantalones mezclilla, desde aquellos con aspecto bastante simplón hasta los que hoy en día están de moda (según mi hermano): unos que están tan arrugados que parece como si alguién hubiera dormido sobre los mismos por un muuuuy largo rato y luego se los hubiera puesto. Pero todos los que ví costaban muy por arriba de 300 pesos, el solo comprarme dos de los mismos me dejaría literalmente con casi nada en los bolsillos. Monterrey es una de las ciudades más caras de México y esta crisis hizo que pasara de cara a más cara; con 100 pesos podrías muy a duras penas conseguir dos entradas para el cine (a menos que busques bien que sucursales tienen barata la entrada), más de la mitad de esos cien se te esfumarían fácilmente en pura transportación de ida y venida (generalmente en Nuevo León se abordan dos autobuses para llegar a un determinado destino, y cada pasaje te cuesta en promedio 8 pesos, a menos que abordes el metro que está a 4.50 pesos) o comprarías comida... únicamente para tí y cuando mucho solo para un día (el salario mínimo en México es poco menos de 50 pesos).

Pero bueno creo que me he salido un poco del rumbo original de este relato. Bien, dado que no había encontrado local alguno en el centro que tuviese pantalones "3B", me dirigí hacia Las Plazas Outlet, un mall que está justamente en el extremo opuesto al centro (debo decir que no tuve que preocuparme en lo absoluto por el costeo de los pasajes, dado que durante toda mi travesía abordé el metro y encima estaba gratuito el día de ayer gratuito dada la celebración del Festival Navideño de la ciudad); para ello nuevamente subí al metro y me encaminé hacia allá.

Para llegar a Las Plazas Outlet se toman uno de dos caminos: tener que atravesar por un gran solar (baldío a la derecha y baldío a la izquierda), o abordar el transmetro desde la estación del metro y bajarse en otro mall llamado Plaza Sendero y atravesar el mismo para llegar a las Outlet; tomé el segundo camino, jamás he tomado el primero y creo que nunca lo haré. Cuando atravesaba Plaza Sendero pensé que tal vez ahí mismo en algún local podría encontrar esos pantalones "3B", pero solo dí una breve ojeada al lado oeste de la plaza, jamás revisé el este hasta que ya los había comprado (pero a esa parte de la historia volveremos más tarde), la razón por la cual no había revisado a fondo es porque en Sendero casi siempre tienen ropa de talla mediana hacia arriba (y yo soy talla 28, máximo 30). Siendo así las cosas, me dirigí a las Outlet, donde ya en anteriores ocasiones había encontrado ropa buena, bonita y barata.

Nada más entrar revisé el primer local de ropa... nada que me interesase. Seguí ojeando hasta que llegué a un segundo local que tenía los pantalones mezclilla a 150 pesos, no obstante no me habían convencido del todo dado que tenían un diseño muy simple, además nunca me ha gustado que se me acerquen los vendedores a decirme si "busco algo en especial", tratan de persuadirte de todas las formas posibles de que les compres... lo sé, estoy conciente de que precisamente ese es su trabajo: persuadir al cliente, pero sencillamente me desespera, siempre lo he sentido como una especie de presión, siempre están a tu lado en lo que estás en el local y la chica vendedora del segundo local que me persuadía de comprar de ningún modo fue la escepción; de todos modos, me propuse más tarde regresar a ese mismo local si no tenía éxito en el resto de los mismos en encontrar esos pantalones 3B.

Seguí recorriendo el mall hasta que llegué al fondo, a un tercer local que parecía tener lo que estaba buscando ansiosamente: unos pantalones buenos, bonitos y baratos... de 200 pesos, justamente el límite de compra que había establecido para cada pantalón mezclilla. Entré al mismo, no me haría daño echar una ojeada a los mismos para ver si había alguno que me gustara y fuese de mi talla; en eso mientras escudriñaba entre los pantalones colgados escucho una voz masculina detrás de mí, como la de un joven de 18 o 20 años, que me preguntaba:

(Las letras en negrita son diálogos, las letras en cursiva son pensamientos que tuve previos a la contestaciones que le hacía al chico)

- Hola ¿está buscando algún tipo de pantalón en especial?

Mi primer pensamiento al escuchar eso fue: "diablos, otra vez no... !no ven que me desesperan!"

- No exactamente, solo estoy viendo los pantalones para ver si encuentro alguno que me guste - eso lo dije sin siquiera mirar hacia atrás
- Ah ok... ¿pero como en que talla lo estabas buscando? Tenemos de varias tallas de varios tipos, tenemos estos que están en doscientos, y aquellos que ves arrugados que los tenemos en doscientos veinte; se te verían bien de los dos tipos.
- "¿Otra vez? dejamé escoger mis pantalones en paz, si hay alguno que me interese te avisaré; !entre tanto adiós" Pues ando revisando las tallas chicas de estos.
- ¿Pero como en que talla los estabas buscando? Tenemos 32, 31, 30...

Fue en ese momento cuando decidí mirar hacia atrás para ver a mi "persuasivo acosador" y decirle que mejor "volvía más de rato", en ese momento ya había optado por regresar al segundo local de ropa y comprar los simples de 150; no tengo tanta paciencia con los vendedores.

- "Me has hartado, haber si vuelvo más de rato" Pues... "guouuu... ¿pero que es lo que estoy viendo?"

En el momento en que voltee hacia atrás y lo ví mis pensamientos de molestia se habían esfumado por completo, como si nunca hubieran existido... estaba viendo a un chico de unos 20 años, de estatura mediana, cabello parado y con el rostro casi exacto al del actor estadounidense Taylor Lautner, que interpretó en la película "Luna Nueva" a un hombre lobo; era delgado pero no era de ese tipo de "delgados anoréxicos", sino un chico delgado de cuerpo exquisito, de buena nalga que se vislumbraba suavecita, acolchonada, de esos cuellos que puedes pasar toda la tarde besándolo, haciéndole chupetones sin cansarte, de esos cuerpos que nunca necesitaron de ejercicio para verse babeantes a la vista, para desearlos y recorrerlos una y otra vez en su totalidad, de profunda, sensual, insinuante y misteriosamente mirada café oscura... estaba sonriéndome, tenía sonrisa de 10. Hacía mucho tiempo que no veía a un chico así, que no necesitara trabajar su cuerpo o ponerse a dieta para estar "bien bueno" (como si fuese un "bueno nato"), de modo que por unos brevísimos momentos quedé sorprendido antes de poder articular palabra alguna. Ya para ese momento mis pensamientos habían cambiado en su totalidad...

- "Puedes preguntarme todo lo que quieras, con tal de que te quedes aquí conmigo, de hecho ¿por qué no vamos a tomarnos un café, tú y yo? !yo invito!" Ando buscando una talla treinta más o menos, pero la verdad no sé mucho de pantalones y por eso estoy buscando haber cual puede gustarme.
- Mira ven, por acá tengo algunos de tu talla que creo que se te verían bien - dijo sonriéndo y haciendo un gesto de que fuese con él a un extremo de la tienda. Yo, obedientemente, le seguí.

Hasta ese momento me había mostrado cinco tipos de pantalones, todos buenos, bonitos pero en el límite de lo barato según lo que había establecido al principio. Mientras el chico bueno me mostraba los pantalones talla treinta, sopesaba la posibilidad de decirle que "mejor al rato volvía" y regresar al segundo local para adquirir los de ciento cincuenta, aunque fueran simples eran más baratos... pero allá no había chicos que estuvieran buenos. De repente me preguntó:

- Bueno aquí están los pantalones talla treinta ¿cuales te vas a llevar?
- "Creo que ninguno y mejor regreso al segundo local de los ciento cincuenta, pero tú estás tan buenísimo, así que mejor..." ¿Puedo probarmelos para ver cual me puede gustar?
- Claro, mira por acá están los probadores, si quieres deja tus cosas aquí mientras te pruebas los pantalones, luego sales y te miras acá en el espejo (estaba fuera del probador) para ver cual te gustó.
- Ok.

Ya se imaginarán lo excitado que estaba, con un chico así es realmente difícil evitar que el cuerpo humano tenga cierta reacción fisiológica conocida ante un estímulo sexual visual tan caldeante; de buenas que traía puesto un pantalón negro 32 que no estaba tan ajustado, aunque no sabía si podía seguir disimulando de modo discreto mi "reacción fisiológica" cuando me pusiese los pantalones talla treinta y saliera al espejo a verme, me quedan un poco más ajustados a la cintura (más no pegados).

Mientras me ponía el pantalón pensaba:

- "¿De verdad vas a comprar pantalones en doscientos siendo que allá viste otros en ciento cincuenta... solo porque este chico te ha puesto como loco?"

Salí a verme al espejo el primer pantalón; me había llevado dos que me habían gustado...

- ¿Te gustó como te quedó?
- "Me gustas más tú" Sí claro.

La misma rutina ocurrió con el segundo pantalón; me lo coloqué, me volví a hacer la misma pregunta, salí con el y me lo ví al espejo...

- ¿Te gusta como te queda? - Me decía nunca dejando de sonreírme.
- "¿Me ayudas a cambiarme de ropa nene?" Claro, claro.

Ya, una vez cambiado y antes de salir, tuve otro pensamiento:

- "Cuando salgas va a ser tú última oportunidad para dejar este local y aventarte al segundo por los otros pantalones de ciento cincuenta, piensa bien lo que vas a decirle al chico, no importa que tan bueno esté, puedes conseguir otros más baratos..."

Ya, afuera, el chico bueno me pregunta:

- ¿Alguno de los dos te gustó? ¿Te interesa alguno?
- "Piensa muy bien lo que vas a decirle..." Me llevo los dos.

En lenguaje científico: a veces el cerebro reptiliano le gana a la neocorteza cerebral.
En lenguaje común: a veces la calentura puede ganarle a una perfecta y bien pensada planeación financiera...

P. D1: Más tarde, cuando pasé por Sendero de vuelta al cine, en el sitio que no había revisado del mismo me dí cuenta que había un local que tenía pantalones buenos, bonitos y baratos a ciento cincuenta pesos. No saben el coraje que me dió... bueno, de todos modos ahí no había un chico que estuviera buenísimo como el del local de las Outlet.

P. D2: Luego, como no quería llegar temprano a casa (eran como las 4 pm) y deseaba matar más tiempo, comí algo y entré al cine a escoger de la cartelera una película cuyo horario me permitiese salir como a las 7 u 8 pm. Escogí Avatar, la que dura casi tres horas como la de "2012". No estaba tan interesado en ver Avatar, ya había leído algunas críticas sobre la misma y a pesar de que éstas eran, en general positivas, la temática tratada en el filme no me llamaba del todo la atención (no porque no me interese la concientización sobre el medio ambiente, simplemente la forma en como habían planteado el tema no me llamaba la atención); solo había entrado para matar el mayor tiempo posible.

Pero ¿que creen? !Quede encantado con la misma! No solo James Cameron logró el cometido de la misma: concientizar de un modo emocional al espectador sobre la importancia de la preservación del medio ambiente involucrandolo en la historia de Pandora, que es donde se desarrolla la historia. Además supo combinar adecuadamente la acción con el drama y el amor y la ficción al mismo tiempo en la cinta, sin arruinar la trama o el contenido de la misma; al final queda un buen filme de ficción que puede servir de analogía para la realidad que hoy en día vivimos... con respecto al medio ambiente.

Les garantizo nunca se aburrirán en las casi tres horas que estén pegados al asiento. Pondrán atención, se enojarán, llorarán, se alegrarán, se pondrán "cursis", se concientizarán, pensarán,... simplemente no se la pueden perder!. !Se las recomiendo enteramente que la vean antes de terminar el año!

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